Las espinas no se deben tragar, o la escupes o te ahogas. La silenciaron tanto que hoy no está dispuesta a
acallar su voz. Toda su vida y en muchas
ocasiones ha procurado no hacer daño, no lastimar con sus palabras a nadie y no
hablar por no ofender.
Recibir y aguantar golpes sin devolver bofetadas, esas
ofensas que tanto daño la hicieron y casi la dejan sin voz y voto. Esto la enseño que nunca ganará el premio noble del sufrimiento, ni el
aplauso entusiasta por aguantar y mucho
menos una caricia por su silencio.
Este silencio que fue y es su amigo fiel, ver, oír y callar
eso le decía su madre porque las niñas buenas no hablan y van al cielo. ¡Pobre
criatura! Si supiera todo lo que lleva en su espalda y en cada pedacito de su
corazón.
Le diría mi niña levántate y grita con todas tus fuerzas, no
quiero que seas una desdichada, ni una amargada y mucho menos que el silencio enmudezca tu voluntad de lucha. Le haría saber que las niñas luchadoras van a todas partes.
Como una suave melodía la incitaría, la animaría a saltar
todos los obstáculos del camino y recoger las piedras para construir sus
ilusiones. También le dirá mi niña no
importe lo que piensen de ti porque lo más importante en la vida es lo
que tú piensas de ti misma. Nadie te regalo nada… Trabaja duro como solo tú
sabes hacerlo, las recompensas vendrán después.
De esta manera, vive tu vida lo mejor que puedas, haz el
bien, no ofendas a nadie y di todo lo que piensas o casi todo aun a veces no sea aceptado. Como resultado, en muchas circunstancias te criticarán y calificarán por ello.
En definitiva ¡LUCHA!
En definitiva ¡LUCHA!