
Inician una conversación desde las dudas, las preguntas, los no sé, los vamos viendo, los parece que no servimos para esto, y se asoman algunos fantasmas. Es el momento de hacerse preguntas y de comenzar una búsqueda para descubrir qué aprender.
Hacemos un ejercicio sencillo.
¿Cuáles son tus fortalezas cuando estás en un proceso creativo?
¿Cuáles tus dificultades?
¿Cuáles son tus emociones predominantes durante el proceso creativo?
Primero cada uno individualmente anota sus respuestas a las preguntas. Luego las comparten con un compañero. Se cuentan que les pasa al hablar de estos temas, que sienten, qué emociones aparecen, a qué se atreven y a qué no se atreven, etc. Después cada uno reporta al grupo.
Entonces se abren otras conversaciones, muchas de ellas inesperadas y se instala un estado de ánimo que antes no estaba. Hay una atmósfera de confianza. A mi juicio lo más relevante que allí ocurre es que en esa dinámica no hubo alguien que enseñara; hubo personas que aprendieron. De sí mismos, de los otros, con los otros.
Y comenzaron a perderle el miedo a cometer lo que pudieran juzgar como un error. No convirtieron al error en terror, lo que probablemente los habría paralizado. Al contrario, se abrieron a la posibilidad de que el error se termine convirtiendo en un aliado si es que desde allí se genera una búsqueda y un aprendizaje.

La conversación continuó en un viaje de intuiciones y preguntas, de tincadas y presentimientos, de fantasmas y apariciones que quizá alguna luz aportarían en ese proceso de conectarse con la creatividad.
Por Augusto Góngora, Coach Ontológico de Leer más...The Newfield Network